Lecturas Dominicales:
Ex 17, 3-7;
Rom 5, 1-2.5-8;
Jn 4, 5-42
Hoy el evangelio nos afirma que mientras Jesús estuvo en Jerusalén para las fiestas de Pascua, muchos creyeron en él, al ver los prodigios que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre, porque él sabía lo que hay en el hombre.
Jesús nos conoce por dentro. El Señor no se fiaba de los judíos, pero ¿Puede fiarse Jesús de ti y de mí? Jesús conoce todo lo que está dentro de nuestro corazón: no podemos engañar a Jesús. Ante Él no podemos aparentar ser santos y llevar una vida que no es la que Él quiere. Y Él lo sabe. No podemos ser hipócritas.
Nos hará bien orar en nuestro corazón y decirle Jesús: «mira, Señor, tengo cosas buenas, pero también hay cosas no tan buenas, soy un pecador”. Esto no asusta a Jesús. Si tú le dices: «Soy un pecador», no se asusta. Jesús detesta a los hipócritas, pero al pecador que reconoce su pecado lo abraza y lo anima a renovarse y recibir su misericordia en abundancia.
P. Martin
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