La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos es una celebración ecuménica internacional que tiene lugar anualmente entre el 18 y el 25 de enero culminando con la fiesta de la Conversión de San Pablo, apóstol.
Somos invitados a vivir este llamado divino comprometiéndonos a amar a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos (cfr. Lucas 10, 27). Un amor concreto que es ilustrado con la parábola del Buen Samaritano. Todos somos llamados a vivir esta vocación y es fundamental para fortalecer nuestra unidad como discípulos de Cristo.
Tomar conciencia de la centralidad de estos mandamientos es enfocar nuestros esfuerzos para llevar a cabo la voluntad de Cristo expresada en la oración sacerdotal a punto de comenzar su pasión salvadora: “Padre, que todos sean uno, como Tu estas en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Juan 17,21).
Los responsables de buscar tal unidad no solamente son los jerarcas y teólogos, sino también todos y cada uno de nosotros, todo el pueblo de Dios, que intuye que por medios humanos la unidad parece inalcanzable. Por eso se abre a la plegaria y se deja llevar por el Espíritu que sopla donde quiere y dirige a todos hacia donde quiere.
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