Es una buena y propicia ocasión para que tomemos concienciade que es más lo que nos une que lo que nos separa, como creyentes y seguidores de Nuestro Señor Jesucristo.
Las palabras de Jesús, recogidas en el Evangelio de San Juan e integradas en la llamada “Oración Sacerdotal” nos instan a orar por la unidad: “Padre, te ruego por ellos, para que sean uno, como tu y yo somos uno, para que el mundo crea” (Juan 17,21). Esta oración del Señor en el Getsemaní en la víspera de su sacrificio se ha convertido en una necesidad sentida por todos.
La orientación ecuménica pone un marcado énfasis en la plegaria por la unidad de las iglesias buscando un camino real hacia la plenitud de la unidad que hace converger los corazones en una intensión común de la búsqueda de la unidad.
La oración compartida permite sentirnos ya unidos en el Señor de todos, aunque todavía no sea posible la proclamación de pertenencia plena a una comunidad eclesial unida.
La oración es el alma de un legitimo y real movimiento ecuménico. Orar es nuestra tarea y más que una realización humana, la unidad, es un don divino.
¡ Si deveras creemos no nos cansemos de orar !
P. Claudio
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