En su Ascensión, Jesús confía su misión a los apóstoles. El Espíritu Santo les dará fuerza para ser sus testigos en todo el mundo. Y así, una nueva etapa comienza; ya no estará más con ellos físicamente; ahora les toca a sus discípulos continuar con el anuncio de la Buena noticia, el evangelio, y con la construcción del Reino de Dios.
“Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”. Para llevar a cabo esta misión, es preciso conocer el Evangelio, el mensaje que él nos enseñó y quiere que compartamos no solamente con la humanidad, sino con toda la creación. ¿Pero cuántos de nosotros nos conformamos con conocer algunas partes de su mensaje? ¿Cuántos nos conformamos con recordar aquellas cosas que no nos resultan incómodas o que cuestionen nuestra forma de pensar o de vivir? Por eso es necesario conocer primero el evangelio y vivir conforme a lo que él nos pide.
Hoy Jesús nos recuerda que, como cristianos, tenemos la misión de anunciar su mensaje a toda la creación, sin miedo; porque contaremos con la presencia y fortaleza del Espíritu Santo. Sólo con su ayuda podremos prevalecer sobre el mal, encontraremos la manera de comunicarnos y aunque los peligros podrán ser muchos, no nos harán daño.
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