
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
Dios hace alianza con Abraham, nuestro Padre en la fe, haciéndose heredero de su promesa y bendición… más allá de las expectativas de Abraham, esa bendición trasciende hasta nosotros que, por Jesucristo, somos llamados a ser ciudadanos del cielo transfigurándonos a imagen suya, mediante la escucha y la fidelidad a su Palabra. Él nos va modelando, nos recuerda San Pablo, para transformar nuestra miseria en gloria a semejanza de sí mismo.
La gloria de Jesús, experimentada por los discípulos en el monte Tabor, los anima a seguir el camino de la Resurrección, pero no sin antes, también, recorrer el camino de la crucifixión.
Que esta cuaresma la vivamos sin perder de vista nuestra meta definitiva: Ser glorificados en Cristo, por su muerte y resurrección.
P. Claudio
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