"En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos
y les dio poder sobre los espíritus inmundos. "
Así como Jesús ha sido enviado por el Padre, así también él envía a sus discípulos, y nos envía a nosotros hoy. Antes de ser enviados, los discípulos de Cristo primero tuvieron que estar con él y escucharlo. Ellos deben llevar poco equipaje (un bastón y sandalias), vivir con sencillez, haciendo el bien y liberando a la gente de todo mal.
Ser discípulo es estar siempre en camino, en movimiento, en servicio. Si fracasamos permitamos que el Señor nos anime a seguir adelante. Para poder cumplir esta misión tenemos que empaparnos de la Palabra viva mediante el contacto personal con Jesucristo. Tenemos que volver una y otra vez a estar con él.
Confiemos siempre en Cristo, porque él nos ha enviado. Continuemos la misión, sin detenernos. Nuestra fe es como el bastón que nos sostiene y nuestra perseverancia como las sandalias o el calzado que llevamos puesto para seguir avanzando con paso firme y confiado en Dios. ¡Animo!, él nos envía y nos sostiene.
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